¡Espera!




Adrián nunca imaginó que 15 segundos de espera iban a romper su vida planeada. Justo lo que se tarda en recibir un mensaje.
A Adrián siempre le enseñaron a esperar, esperar a tener 18 años para beber alcohol, esperar a conocer a la mujer perfecta para tener sexo, esperar a tener el trabajo ideal. Y él obedecía. Menos una noche en la que se dejó la parte de "espera" en casa. Una de esas noches no planeadas que todos tenemos y que todos recordamos. Él acabó haciendo el amor con su amigo Isaac, un chico muy dulce, que le dijo cosas que recordaría toda su vida. Como que la belleza de Adrián salía de su interior, que cuando era feliz sus ojos brillaban, y cuando estaba triste su cuerpo estaba gris.Y también que juntos lograrían hacer grandes cosas.
- ¿Te vienes conmigo?- le preguntó al amanecer.
Adrián no contestó, pero su corazón se enganchó a la garganta de Isaac y allí se quedó muchos años.
A partir de aquella mañana, Adrián no tuvo que esperar demasiado para conseguir todo lo que le habían prometido: conoció a una chica, los dos niños tardaron muy poco en llegar, igual que el adosado a las afueras y el todoterreno.
¿Qué le quedaba por esperar? Ya no puede esperar nada, ya lo tiene todo. Se acabó esperar.
Un día de Marzo, mientras esperaba a que saliera agua caliente, pensó que su vida había terminado. No servía la vida si no esperabas. Siempre hay que esperar algo. Entonces su estómago vomitó una palabra: Isaac. La palabra tenía sangre, estaba viva y le decía a la cara que hiciera algo. Cogió el móvil y le mandó un mensaje a Isaac.
- Sí, pero espérame que tardaré unos días en llegar.
Los quince segundos más largos de la vida de Adrián terminaron cuando recibió la respuesta:
- Sabes que te he esperado siempre.
Salió de su casa dejando el grifo del agua abierto.

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